La portada del semanario FOTOS del 1 de mayo de 1937 proclamaba que “España había entrado en Durango” celebrando que el 28 de abril las tropas fascistas habían tomado Durango. Entre los testimonios recabados por Durango 1936 Elkartea hay uno solo que habla de la entrada de las tropas fascistas en Durango puesto que después de los bombardeos de marzo quedaba muy poca gente en la villa. Las hermanas Purificación y Juanita Etxaburu Isasi habían abandonado Durango tras los bombardeos y volvieron a su casa justo cuando entraban las tropas de Franco.
Las amenazas y la detención de su padre, la presencia de “Los moros de Franco”, el saqueo de las casas… Purificación y Juanita guardan vivos recuerdos de aquel Durango sin apenas habitantes que acababa de cambiar de manos en una guerra que continuaba viva a pocos kilometros.
Entrando en Durango
Purificación y Juanita se refugiaron en un caserío de Mauma los días posteriores al bombardeo de Durango junto con sus cuatro hermanos y sus padres. A finales de abril volvieron a Durango y coincidieron con las tropas fascistas que estaban entrando en Durango. El día después a su entrada detuvieron a su padre.
Miedo a "los moros de Franco"
La presencia de los moros de Franco creó inquietud en Durango. A pesar de que Purificación y Juanita no recuerdan casos concretos, circulaban rumores que hablaban de violaciones y abusos. Fue ese el motivo por el que sus padres llevaron a la mayor de las hermanas a casa de unos parientes a Portugalete.
"Carlistonas" saqueando casas
Cuando las tropas fascistas entraron en Durango la villa contaba con muy pocos vecinos. Algunos se aprovecharon de la impunidad que les ofrecía el momento para entrar en casas ajenas y arrasar con todo lo que pudieron. Purificación y Juanita eran unas niñas que de vez en cuando acompañaban a las "requisadoras" y fueron testigos directos de dichos robos.
Trabajos forzados: a arenar las escaleras de las nuevas autoridades
A la hermana mayor de Juanita y Purificación, como a muchas otras mujeres, la obligaban a prestar servicio en casas de las nuevas autoridades como Esteban Bilbao o en edificios oficiales. Por supuesto, el trabajo no era retribuido.